Grifos Lombardo
Preso le llevan al conde,
--preso y bien encadenado;
no por robos que haya hecho,
-- ni por hombres que ha matado,
por forzar una doncella
-- en camino de Santiago.
La romera era de casta,
- al rey se había querellado:
-¡Justicia, señor, justicia,
-- por hacer condes villanos!-
Como era hija de un duque,
-- sobrina del Padre Santo,
como era de alto linaje,
-- con un gran emparentado,
sin hacer apelación,
-- a muerte le sentenciaron.
Le llevan a cárcel honda,
-- donde cristiano no ha entrado,
allí le cargan de grillos,
-- con esposas a las manos,
una cadena al pescuezo
-- que cierran siete candados,
el cabo de la cadena
-- en la cama del rey Carlos;
de día le guardan veinte hombres
-- y de noche veinticuatro.
Con el peso de los grillos,
-- se iba el conde meneando:
-¡Si tuviera aquí mis armas
-- y mi ligero caballo
y a mi sobrino don Golfo,
-- mi sobrino y mi regalo,
se me diera de vosotros
-- lo que huella mi zapato!
¡En estas noches de luna,
-- no duermas, Golfo, confiado!-
A eso de la media noche,
-- ya lo sacan al tablado;
por calles de su sobrino,
-- grandes voces iba dando:
-¡Váledme, sobrino mío,
-- por el pan que vos he dado;
si de ésta no me valéis,
-- mañana estaré ahorcado!-
Don Golfo estaba dormido,
-- con doña Sancha a su lado;
anillo de sueño tiene,
-- su mujer se lo ha echado.
-¿Que es esto, la mi mujer,
-- estas voces que oigo dando?
-Dormíos, señor, dormíos,
-- perros son que van ladrando.-
De media noche hacia el día,
-- don Golfo se ha despertado.
-Has de saber, mujer mía,
-- que yo mal sueño he soñado,
que a mi tío don Leonardo
-- a la horca lo han llevado.
-Es cierto, dueño querido,
-- es cierto, dueño adorado,
que a la cantada del gallo
-- por aquí pasó gritando,
las voces que por ti daba
-- al cielo iban aclamando.
-¿Ahora me lo dices, perra,
-- ¿cómo no me has despertado?-
Se levantó de la cama,
--de puñaladas le ha dado.
Sin poner pie en el estribo,
-- ya se puso de a caballo;
las herraduras dan lumbre,
-- las piedras quedan temblando;
cuando va por tierra llana,
-- nadie le va divisando;
cuando subía los tesos,
-- corre que parece un galgo.
Cuando llegó al terrero,
-- ha visto el tablero armado;
al llegar junto a la horca,
-- halló a su tío ahorcado:
-Los pies te beso, mi tío,
-- por que a las manos no alcanzo,
que quien te besa los pies,
-- mejor te besa la mano;
de aquí te hago la venia
-- de encima de mi caballo,
de aquí te hago la venia
-- porque a tu rostro no alcanzo.
Antes que sea de día,
-- mi tío, seréis vengado.-
Con la punta de la espada,
-- los cordeles ha cortado,
ha bajado de allí el cuerpo
-- y a la iglesia lo ha llevado:
-Tomad, frailes, este cuerpo
-- y dadle sepulcro honrado,
que, aunque lo veáis así,
-- era de grandes hidalgos.-
En el medio del camino,
-- siete condes ha encontrado
-¿A dónde van, los señores,
-- a dónde van tan armados?
- Vamos todos a la fiesta,
-- vamos a ver el ahorcado.-
-¡Vengan carneros lanudos,
-- para irlos trasquilando!-
Se iba metiendo por ellos
-- como segador por prado,
iba cortando cabezas
-- como manzanas en árbol.
El rey desde su castillo
-- todo lo estaba mirando:
-¡Oh, don Golfo, oh, don Golfo,
-- no hagas tantos estragos:
matásteme siete condes,
-- lo mejor de mi reinado!
-¡Baja de ahí, rey cornudo,
baja de ahí, rey malvado,
--baja de ahí, rey cornudo
y contigo haré otro tanto;
--como estás a la ventana,
hablas como un papagayo!
--De una hija que tenías,
yo me he ya bien vengado,
--por haber sido traidora
y no haberme despertado.-
--El rey se le presentó,
con la corona en la mano:
---¡La paz tengamos, don Golfo,
don Golfo, la paz tengamos;
--los muertos están allá
y los vivos aquí estamos!.
(Romancero Oral)
Según el benedictino fray Francisco Sota, en sus días (1681), este romance lo cantaba “la jubentud de Asturias de Santillana, en sus vayles y danças”, con el comienzo “Preso le llevan al conde / preso y mal encadenado”. Con ese comienzo, lo recogen aún en 1948 Álvaro Galmés y Diego Catalán en las mismas “Asturias de Santillana”.
Saludos